El más maloso del mes

Año II Número 12 (abril)

Puede que el malo de este mes no llegue a la talla de los anteriores, aunque en cierto modo reúne lo mejor de ellos: el militarismo de Von Neumann, el absolutismo de Luis XIV y las túnicas holgadas de San Pablo. Pero hay que reconocerle un mérito que ninguno de nuestros otros ganadores puede atribuirse, y es el haber conseguido que la gran mayoría de los gobiernos del mundo se hayan puesto de acuerdo para considerarle una mala persona. Con bombardeos incluidos. Me refiero a...

 

Muammar Al Gadafi

¿Y tú que coño miras?
¿Y tú que coño miras?

La verdad es que lo tiene todo para ser un villano de libro: es feo, es moro, es hortera, es (era) amigo de Berlusconi, es aficionado a matar compatriotas, es poco proclive a eso que llaman democracia y su petrolífero esplendor le permite costearse divertidas excentricidades megalomaniacas: por ejemplo, una guardia personal de 200 vírgenes (y no hablamos de adictos al WoW, sino de mujeres entrenadas para matar, aunque alguna sí que parezca salida del WoW, de los orcos en particular), o una jaima transportable para visitas oficiales. Además de una elegante colección de modelitos de entretiempo, consistentes en túnicas de seda y brocado de colorines, ideales para la práctica del free-balling, o como se dice en manchego castizo:

Y como a todo buen villano, a Gadafi no podía faltarle un hermano secreto, hijo perdido o mellizo loco, al que he podido identificar tras una ardua investigación, averiguando que este clon está más cerca de lo que imaginábamos. A ver si encontrais las siete diferencias.

"De Libia vendrán trese milloneh de naveh..." ¿Acojona o no acojona?
"De Libia vendrán trese milloneh de naveh..." ¿Acojona o no acojona?

Dicho así no parece gran cosa. Pero es que este malo está de moda y si esperamos al mes que viene a lo mejor ha dejado de ser malo para ser un jubilado en el Caribe con una cuenta suiza llena de millones, o un fiambre colgado de una cuerda, depende. Al fin y al cabo hasta hace un mes y pico, este malo por unanimidad mundial era un coleguilla más de Occidente, vendía petróleo y no armaba follón desde que Reagan le ayudó a redecorar su palacio con unos misilazos en 1986.

 

Todo transcurrió con tranquilidad hasta enero de este año. Cuando a unos tunecinos se les cruzaron los cables, Gadafi miró hacia el oeste y pensó "Bah, ya se les pasará"; cuando Ben Alí hizo las maletas, Gadafi levantó una ceja.

 

Cuando Egipto se unió a la fiesta, Gadafi miró hacia el este y pensó "Bueno, esto empieza a dejar de tener gracia"; Cuando Mubarak perdió el culo para salir de allí, a Gadafi los huevos colganderos se le subieron al esternón.

 

Y cuando empezó a oir gritos en la calle, Gadafi miró por la ventana y pensó "Oh, crap!". Pero aunque lleve más faldas y maquillaje que las esposas de los otros dos dictadores juntas, Gadafi no es ninguna nenaza. Sus colegas tiranos caían a su alrededor pero él decidió quedarse. ¿Que unos miles de manifestantes no están de acuerdo? Pues decimos por la tele que todos están drogados y ya podemos dispararles sin miedo. No me digáis que no es genial, y no, lo de las drogas no está sacado de El Mundo Today, es verídico.

 

Pero no acabaron aquí los problemas para nuestro vivaracho dictador. Resulta que parte del ejército (seguramente también estaban colocados, ¿verdad, Muammar?) tiene reparos en eso de disparar sobre los civiles, por lo que en otro acto típico de malo de videojuego, Gadafi, compra mercenarios a granel en el Chad o en el Lidl, que debían de estar de oferta (porque menudas pintas), y asunto arreglado. O eso creía él, pero es que lo barato sale caro. Vamos a ver, cuando oyes que un señor podrido de petróleo ha contratado mercenarios, te esperas muecas de fiereza y cananas de munición rodeando pechos peludos, no a cuatro tíos en chándal reclutados en el KFC de la esquina.

 

Conclusión: a la semana tenemos una guerra civil montada en Libia. Por un lado, el ejército fiel a Gadafi, sus milicias y sus mercenarios de ocasión... y no nos olvidemos de sus doscientas amazonas; por otro, unidades desertoras y rebeldes choriceros que parecen sacados de Mad Max. Estoy deseando que Tarantino saque la película.

 

La Alianza Rebelde avanza hasta las puertas de Trípoli, el Imperio Gadáfico parece a punto de caer pero de pronto... ¡La Estrella de la Muerte está totalmente operativa! IT'S A TRAP! Gadafi contraataca entre malévolas carcajadas, sacando de debajo de la alfombra artillería y tanques que tenía guardados para darle emoción a la historia. Los rebeldes ven sus culos pateados todo el camino de vuelta a Bengasi.

 

Ahora es Gadafi el que está a punto de destruirlos, pero en un nuevo giro de guión, digno de la telenovela más desquiciada, una vez más, en el último momento... ¡Llegan las Águilas! Los últimos defensores de Bengasi, rodeados por los orcos de mercadillo gadafistas, contemplan aliviados como los aviones de la ONU, con Sarkozy, el heredero de Isildur Bonaparte a la cabeza, hacen retirarse a los partidarios del ya oficialmente malo mundial del momento. Todos aquellos señores de traje que ayer se hacían fotos con él, hoy se pelean por mandar sus aviones a repartirle amor.

 

Con este esttímulo, el ejército rebelde recurpera algo parecido a la inciativa... ¿he dicho ejército rebelde? Quería decir camionetas roñosas cargadas de colegas que van al frente de picnic, cada uno por su lado. Tanto nivel de ineptitud táctica, estratégica y operacional empieza a hacerme dudar de si Gadafi no tendría razón con eso de las drogas...

 

Ofensiva p'alante, retirada p'atrás, avioncitos al ccielo, parece que la cosa va para largo. La coordinación entre los moros terrestres y los blancos voladores brilla por su ausencia, y la única cosa en la que parece que están de acuerdo es en lo que venimos diciendo desde el principio: que Gadafi es malo. Eso sí, inasequible al desaliento; no sale ni con lejía.

 

A él dedicamos este homenaje, deseándole con todo nuestro cariño... no sé, ¿una lombriz intestinal?