Crítica: La matanza de Texas (1974)

 

Por Repolocho

Título original: The Texas Chainsaw Massacre


Dirección: Tobe Hooper

 

Guión (¿guión? ¿en qué momento se escribió un guión?): Tobe Hooper y Kim Henkel (en buena hora…)

Intérpretes: Marilyn Burns (¡¡¡Aaaaaaah!!! ¡¡¡Aaaaaaah!!! ¡¡¡Aaaaaaah!!!), Gunnar Hansen (juegooo con mi motosierraaa), Edwin Neal (el grimoso autoestopista), Allen Danzinger (Jerryyyyy), Paul A. Partain (para mostrar el dolor de un parapléjico me dedicaré a hacer pedorretas con la boca. Prrrrtz), Jim Siedow (el loco de la gasolinera), Teri McMinn (sí, la pobre mujer a la que no le dura ná el papel. En fin, supongo que a ninguno de los jovenzuelos le dura demasiado, si acaso a la chillona).
 

Crítica:


Texas, verano de 1973.

A casi cuarenta grados y una humedad insoporrrtable, un grupillo de colégolas dispuestos a comerse el mundo decide rodar una película de terror. Se trata de un jovenzuelo Tobe Hooper, recién salidito de la universidad de cine de Austin, que, no conforme con haber hecho un cortometraje, se decide a hacer su primer largo con la ayuda de sus amigos y una humilde productora creada por ellos mismo (atención, atención... Hooper era el vicepresidente... ¡no, no, mejor aún! El vicepresidente ejecutivo...). De sus mentes enfermizas e inexpertas nació una buena historia de terror gore bastante impactante pero, ¡ah, amigos! Las buenas ideas, sin dinero, no llegan a mucho...

Sin embargo, y contra todo pronóstico, el joven Tobe empieza a rodar con un equipo sencillo y un elenco de pequeñuelos sin apenas experiencia, más que en teatro y en anuncios de televisión. Los únicos talluditos eran el grandullón Gunnar Hansen (Cara de Cuero) y Jim Siedow (¿Era el tío? ¿El padre? Aquel demencial árbol genealógico no lo dejó demasiado claro. Dejémoslo en tío).

Para más inri, contaban con la vertiginosa suma de 140000 dólares (para lo que querían hacer, nada. Es como si quieres construir un hotel y te dan 1000 euros. Guau) y menos de un mes para rodar.

En resumidas cuentas: poco dinero, poco tiempo, pocos medios, poco talento actoril (en fin, estaban empezando, no lo tengamos demasiado en cuenta...), muchíííííííííísimo calor y humedad pa dar y tomar. ¿Qué nos sale? Tantatachááááán... un truño como una catedral. Eso sí, memorable. Al igual que sus innumerables puntos negativos, "La Matanza de Texas" también tiene algún aspecto positivo.

La historia en sí es genial: un grupo de incautos jovenzuelos viajan a Texas para comprobar que la tumba de su abuelo no ha sido profanada, ya que estaban dándose casos así en los últimos meses, y van a la antigua casa en la que solían jugar de niños, ahora vieja y destartalada. Mientras se divierten por allí, una de las parejitas encuentra una casa cercana a la del difunto abuelo y entran en ella para preguntar si tienen gasolina para la flagoneeeeta. Pero ¡oh, cruel destino! resulta que en esa casa vive una singular familia compuesta por un abuelo moribundo (¿o estaba muerto en la silla de ruedas?), un tío loco que cocina requetebien, un sobrino subnormal que se dedica a hacer de autoestopista y a cortarse a sí mismo y su hermano, un gigantón con una careta de carne humana y un sentido nulo de la hospitalidad. Para rizar el rizo, este peculiar grupete es caníbal. A partir de aquí, comienza una sangrienta y veloz (sobre todo veloz) espiral de muertes violentas. Todo un festín, literalmente.

Pero faltaba tiempo y dinero. Tobe Hooper le pone todo su empeño, cariño y dedicación a un producto que hoy en día es considerado una obra de culto y en su tiempo causó un gran impacto, pero que se queda flojo en duración (menos de hora y media) y, por supuesto, en guión.
La reacción del equipo thisismadniaco al verla fue un unánime ¿pero qué coj...? bien justificado, ya que deja una sensación de incertidumbre y de "pero que peazo de truño me acabo de tragar, madre mía".

Sin embargo, vista en profundidad y con las explicaciones del director, del guionista, de los actores, etc., etc., uno se da cuenta de la heroicidad que cometieron tiempo atrás aquellos jóvenes visionarios que no tenían más que algunas cámaras, mucha imaginación y unas ganas tremendas de asustar al público con una historia increíble.
Sí, puede que el resultado no fuese el mejor (pese a lo que opinen muchos críticos gafapásticos), pero había sentimiento, había inocencia y, ¡qué demonios! ¡Había mucha ilusión!

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