Unternehmen TIM-Löwe: Ejecución e informe de acción

26/08/2011

 

Diez días ha que regresó nuestro comando de su aventura ultramarina. Tal vez ni os habíais enterado de que nos fuimos, porque la primera y última fase del plan que se expuso aquí fue la documentación. Hay varias razones por las cuales no se ha informado de las fases de preparación ni de la fecha concreta de la operación: primero, que no nos apeteció; segundo, que un detallado informe sobre la distribución del contenido de nuestras maletas no nos pareció de gran interés para el público en general, salvo quizás para los aficionados al Tetris; y tercero, que la operación requería el mayor de los secretos.

Partimos el día 9 con los mejores auspicios posibles. Durante el día anterior, Londres se había convertido en una masiva partida multijugador del Mount&Blade: muros de escudos, cargas de caballería, saqueos... ¿acaso podíamos esperar una bienvenida mejor? La quinta columna parecía preparada para allanar el terreno ante nuestra invasión. En el aeropuerto de Santandeth hubo momentos dramáticos, parecía que partíamos a la guerra, y así era. Pero para nuestra relativa decepción, cuando llegamos la situación estaba controlada, y así permaneció durante toda la semana. Eso sí, la presencia de fuerzas del orden era masiva, así que no tuvimos muchas oportunidades de andar por ahí quebrantando la ley. Tampoco creais que no cumplimos con la tradición de acabar delante de la policía, incluso en comisaría, pero eso es otra historia.

A partir del instante en que llegamos, no sin esfuerzo, a nuestro antro (no un falso antro, ojo, un antro), la sucesión de acontecimientos está algo borrosa, por lo que no espereis una crónica detallada. Será el jet-lag, eso de viajar en el tiempo una hora. Solo acuden a mi memoria sucesiones de cubos, bolsas, cajas y todos los recipientes imaginables en los que uno pueda comer (menos platos), comida étnica, pollo (lamento que en nuestra esperada primera visita a un KFC fuéramos derrotados por el pollo), hamburguesas y yogurlado. Y recuerdos más sombríos: retretes destruídos, duchas solo con agua fría y lavabos solo con agua caliente... pero bueno, las cosas malas alimentarán suscesivas secciones de Malo del Mes, así que no las gastemos. Hablemos de lo bueno: de las estaciones de metro que parecen tiendas, de las tiendas que parecen museos, de los museos que parecen catedrales... de los parques, de los pubs que a pesar de ser campos de nabos ponían buena música... y de la diversión, que para los estirados ingleses es tan escasa que para reconocerla por la calle tienen que señalizarla.

Qué divertidos son los false friends (me refiero a la palabra, claro...)
Qué divertidos son los false friends (me refiero a la palabra, claro...)

Nos llevamos muchas cosas de nuestro viaje: bonitos recuerdos, fotos, peniques en el fondo de los bolsillos, ropa más o menos provocativa, comics, juguetes... pero no somos tan desagradecidos como para no dejar nada a cambio: todas nuestras libras esterlinas, una cartera y una botella de leche que a estas alturas ya habrá aprendido a hablar.

 

Esto es lo que dio de sí nuestra visita a la capital del Reino Juntito. Para acabar, dedicar un saludo a todos los que tuvieron la gran suerte de compartir esa semana con nosotros: por supuesto, Angy, nuestro contacto en territorio enemigo; pero también Eve, nuestra colega de cuarto; los vecinos de la 43 y su pájaro de peluche; Vivian, nuestro amor platónico colectivo; el agente Michael "El Guapo" de Scotland Yard; el empleado de Harrods al que le gusta Star Wars; el torero de los flyers; el del restaurante griego (al que nunca fuimos pero del que respetamos el valor de salir a la calle con traje típico)... ¡Allí todos fuimos amigos, chico!

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